A medida que más dióxido de carbono (CO2) es absorbido por los océanos, el agua se vuelve más ácida. Esta acidificación está afectando a los corales, los moluscos y muchos otros organismos marinos. Si no detenemos esta tendencia, podríamos perder grandes áreas de arrecifes coralinos, lo que afectaría gravemente a la biodiversidad y a los seres humanos que dependen de estos ecosistemas.
El cambio empieza con el conocimiento. Si no actuamos ahora, nuestros océanos podrían perder su color, su vida y su capacidad para sostenernos. La acidificación está destruyendo hábitats marinos fundamentales, pero aún podemos frenar el daño. Promueve la reducción de la huella de carbono y apoya iniciativas de conservación marina.
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Juntos, podemos salvar el hogar de millones de especies.